Los conflictos requieren una atención delicada y personalizada. Su manejo se convierte en algo muy especializado por cuanto cada caso posee particularidades en todos sus aspectos.
En primer lugar, si el asunto debe sustanciarse en la jurisdicción ordinaria, es necesario determinar sus características así como el tipo de acción que podría intentarse o la defensa que procedería en el caso concreto. Luego se debe evaluar su viabilidad, sus riesgos y los costos desde el punto de vista personal y económico.
Tras este análisis básico se podrá determinar cuál es la vía más idónea para solventar el problema objeto de ese análisis y sus consecuencias.
Adicionalmente, una vez instaurado el proceso, pueden presentarse situaciones previsibles y que se deben ponderar. Esto requiere un enfoque certero ante los mediadores, jueces o árbitros que, en definitiva, conocerán el asunto.
En este sentido, somos expertos en recursos ordinarios y extraordinarios: apelaciones, amparos constitucionales, recursos de casación, de nulidad y recursos de revisión constitucional tanto en la jurisdicción ordinaria como en la arbitral.